Pulseras recicladas: de los pies a las manos

¡¡Hola a tod@s!!
¿Recordáis que al principio del verano me hice el propósito de publicar una entrada una vez a la semana? Pues no lo he cumplido ni de coña. Es más, no abrí el ordenador en todo el verano. Desconecté tanto, que ni me acordaba de las claves de acceso al blog. Con deciros que la mayoría de días salía de casa hasta sin móvil, sólo con una bolsa de tela de rayas amarillas y blancas que merqué en el rincón de oportunidades de Ikea por 80 céntimos (sí, sí, habéis leído bien), y que se convirtió en mi must del verano. Abanico, crema para el sol, cámara de fotos, botella de agua, y todos los juguetes miniaturizados que conseguía colarme mi hija.
Con el tiempo espectacular que nos regaló el verano en el norte, nada más desayunar ya estábamos puerta afuera camino de la playa o de la piscina. Y allí sí que tuve tiempo de disfrutar de mi hija, que se está convirtiendo en una niña grande a pasos agigantados, con sus preguntas y sus razonamientos que te dejan con los ojos bizcos pensando una respuesta que no sea muy ñoña, pero que tampoco te meta en muchos fangos. Y de mi maridito, que si nos descuidamos nos convertimos en compañeros de piso, como bien dice Lucía Baballa. Y por fin pude hacer manualidades, no tantas como había pensado, pero sí las suficientes para compensarme de la falta de un ratín sólo para mí, con mis cosas, que sufro el resto del año.
Han sido cosas sencillas, que podía acabar en el día, como estas pulseras que hice para mi hija y para las mellizas de mi amiga, esas a las que sólo les falta una cabeza para alcanzarnos a su madre y a mí con sólo 10 años...
Éstas son las pulseras, elásticas y de colores alegres, que para eso estamos en verano. Aquí veis cómo les quedan:
Lo mejor de todo, es que las cuentas son recicladas de unas sandalias de una de las mellizas. Eran tipo a estas que he visto en Zapatos Marca:
sandalias free people piedritas
Hace tiempo (lo mismo fue el verano pasado), le dije que se podían reciclar, y cuál sería mi sorpresa cuando me entregó un monederín con las cuentas dentro. Las sandalias habían quedado para tirar, pero recordó lo que le había dicho, y las recolectó:
 
 
Ya veis qué fácil, con un elástico y un poco de tiempo, qué resultonas quedan. Así que si vuestro calzado no sobrevive al verano, siempre podéis reciclarlo en forma de pulsera o de collar.
Nos vemos la semana que viene ¡Que todavía queda un poco de sol!





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